Odio cuando hay mucha gente.

Odio a esas arañas, siempre están ahí para sacarme de quicio cuando hago limpieza.

Odio que me hagan esperar mucho tiempo.

Me odio a mí mismo por mi equivocación.

Odio tanto deber dinero como prestarlo.

Odio a mis vecinos.

Odio el café.

El odio es un cáncer en la sociedad.

Odio correr riesgos.

Odio los lunes.

Odio su forma de hablar conmigo.

El amor es ciego. El odio también es ciego.

¿Por qué tanto odio?

Odio a la gente que dice eso.

Ella sentía algo entre el amor y el odio.

Odio a mi vecino.

Verdad engendra odio.

Libérate de tu odio.

Odio el karaoke.

¿A qué viene tanto odio?

Te odio.

¿Te he dicho que te odio?

Odio mi trabajo.

Anda, yo no te odio.

Odio estas palabras.

Odio hacer la cama.

Yo realmente odio los productos lácteos.

Odio los mosquitos.

Hay gente que le gusta, pero yo odio el vino con ananá.

Odio escuchar mi propia voz.

Odio cuando las mujeres dicen que "los hombres son todos iguales".

Odio la comida precocida.

Odio los sonidos nasales del idioma portugués.

Odio las organizaciones terroristas.

Odio a mi suegra.

Odio ver sufrir a los animales.

El no me agrada mucho. De hecho, lo odio.

Odio darte esta noticia, pero encontré a otro.

Odio a esta chica.

El Holocausto fue un crimen de odio.

Los genocidios son crímenes de odio.

Me odio a mí mismo y quiero morirme.

Odio la política.

Odio el sushi.

El amor y el odio son sentimientos opuestos.

Odio ir a fiestas de cumpleaños de chicas, nunca sé qué regalarles.

«¿Novelas? Odio las novelas.» Oh, musa, perdona su blasfemia.

Odio la hipocresía.

Odio los huevos.

Simplemente odio cuando eso ocurre.

Odio estar esperando en el aeropuerto.

Al odio le respondo con el perdón.

Odio tratar con niños quisquillosos para comer.

Odio a las mujeres celosas.

Me odio por no tener la voluntad de dejar de comer comida chatarra.

El odio, las infamias, la calumnia no abatieron mi ánimo.

Le odio con cada fibra de mi ser.

Odio los mapaches.

Es además necesario en la vida pública y en la privada abstenerse de causar dolor de manera sistemática y categórica, actuar o hablar de manera violenta, obrar con mala intención, manejarse priorizando el interés personal, explotar o denegar los derechos básicos e incitar al odio denigrando a los otros – aunque sean enemigos. Actuar de manera contraria, implica negar nuestra humanidad.

Volvamos al antiguo principio que afirma que cualquier interpretación de la escritura que incite a la violencia, el odio o al desprecio, es ilegítima.

Odio los insectos de cualquier tipo.

Te odio desde el fondo de mi corazón.

Ella le miró con odio.

Odio el esperanto.

Francamente hablando, lo odio.

Odio los domingos.

Odio la nieve y el carnaval.

El odio se sembró en su corazón.

Odio que me obliguen a comer lo que no me gusta.

Odio trabajar.

Me habría sorprendido si la traducción hubiera sido "Odio...".

Al ver a los dos besándose, María explotó de odio y prometió vengarse de ellos.

Entre un hombre y una mujer no hay amistad posible. Existe pasión, odio, adoración, amor, pero nunca amistad.

De repente, hubo un periodo de terrible violencia y odio entre blancos y negros.

No odio a las mujeres, pero haré una excepción contigo.

No odio a las mujeres, pero si fuera el caso, haría una excepción contigo.

La anti-racional, anti-justicia y anti-humana maldad cristiana está levantándose una vez más ya que lidera la lucha contra la homosexualidad en nombre de la divina trinidad de la sinrazón, la injusticia y el odio.

Odio estar solo en casa los fines de semana.

Odio a sus padres.

Por eso lo odio.

Odio sentarme en una silla floja.

El odio es un amor fracasado.

Odio a las matemáticas más que a nada.

Te odié, te odio y te odiaré.

¿Sabes por qué odio a Tom? Porque está en todas partes.

El odio no aparece sencillamente de la nada, comúnmente sale de la envidia o el miedo.

Odio a Tom.

María una vez me escribió una carta. Naturalmente asumí que sería una carta de amor. Pero cuando abrí el sobre y leí las cinco hojas estrechamente escritas en letra pequeña, se hizo evidente que no era una carta de amor, sino de odio. Mi amigo Watson, que es bien conocido por ser bien versado con las mujeres, me aseguró que una carta así era una prueba infalible de un gran y genuino amor.

Odio contradecirte.

Odio contradecirle.

Odio contradecirles.

"¿Ella odia esto?" "Sí." "Yo lo odio también."

Odio al mundo porque el mundo me odia.

Odio este lugar.

¡Te odio!

Odio los chistes verdes.

Desde el momento en que la conocí, la odio.

Odio que me llamen "cuatro ojos".

El odio es ciego, igual que el amor.

Yo también la odio.

Odio a mis padres.